Reportaje a Marcelo “Máquina” Levicoy, Secretario Gremial del SadeM
“Tenemos diferencias políticas y metodológicas con muchos compañeros, pero hoy confluimos en la calle para resistir el avance sobre los derechos de los trabajadores”
La Nota: En diciembre, al cumplirse dos años de gobierno de Macri, hubo una gran movilización en Congreso contra la reforma jubilatoria, donde pareció despuntar un cambio del clima social, especialmente entre los trabajadores. La respuesta represiva del gobierno también señaló un cambio. ¿Cómo ves las perspectivas?
M.L.: Empezando por lo de diciembre, vemos con estupor la conducta antiobrera del gobierno, avanzando sobre derechos conquistados y excluyendo a cada vez más trabajadores de los beneficios que gozábamos hasta antes de la sanción de la reforma jubilatoria. La modificación del cálculo del haber previsional, ajustando a los que menos tienen, es un denominador común que viene trayendo la política de Cambiemos desde que empezó su gobierno hace dos años.
El descontento de la gente a lo largo de estos dos años ha ido creciendo. La movilización contra esa reforma, luego la del 21 de febrero, y después la del 8M convergiendo con el Paro Internacional de Mujeres en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, muestra un claro crecimiento de la masa crítica y del descontento con el gobierno nacional, que se está mostrando en las calles. Somos muy cautelosos, porque sabemos que eso se puede desmadrar, por la cantidad de gente y especialmente por la falta de conducción política y de contención por parte de las centrales de trabajadores, tanto las dos CTA como la CGT.
Por otro lado, esta misma falta de contención hace que se abran otros espacios de discusión, donde los sindicatos que no encuentran lugar en ninguna de las dos centrales, que no ven reflejada su opinión ni por el triunvirato ni por ninguna de las dos CTA, empiezan a organizarse en espacios alternativos. Entendemos que el movimiento obrero tiene que dar una discusión profunda, sobre qué modelo de superestructura es el que tenemos que llevar adelante. La reforma previsional deja en evidencia que las existentes han quedado vetustas.
LN: Y ahora viene la reforma laboral…
ML: Efectivamente. Imaginando cuál hubiera sido la respuesta del movimiento sindical si esto hubiera ocurrido 10 o 20 años atrás, esa reforma no hubiera pasado: la hubiera frenado el conjunto de los trabajadores. Hoy en día, la tibieza con que encararon la discusión política tanto la CGT como las CTA, hizo que el gobierno avanzara sobre esos derechos. Y nos queda todavía el último ticket para cortar que es la reforma laboral.
Por eso vemos con buenos ojos que, por fuera de las estructuras, los compañeros estén buscando organizarse para dar la pelea. Porque evidentemente en esos espacios tallan otros intereses…
LN: ¿Querrías hacernos una breve caracterización de las reformas de las que estamos hablando? Quizá muchos músicos conocen poco sus contenidos y sus objetivos…
ML: Entre otras cosas, la reforma laboral da potestades a las patronales de despedir sin respetar ninguno de los procedimientos que hasta ahora se utilizan y que protegen el empleo. Es una reforma pro-empresaria, no pro-obrera. Les quita muchas responsabilidades a los empleadores, y les quita muchos derechos a los trabajadores en relación de dependencia.
Es largo de explicar, porque donde esta reforma se mete es en la propia génesis de la legislación laboral. Lo que acá se modifica es el ADN de las leyes laborales de la Argentina, que son proteccionistas del trabajador. De aprobarse esta reforma laboral estaríamos llegando a igualarnos -para abajo- con países donde las reglas del mercado permiten maximizar la ganancia y minimizar el “costo”, y ese “costo” son los trabajadores.
Se dice que es para que seamos “competitivos” en el mundo, para que podamos competir con países industrializados como China… Gran mentira: no podríamos competir jamás con un país como China, un país donde está totalmente precarizado el empleo; donde existe el trabajo infantil, los salarios son de hambre, y se ha eliminado el derecho de huelga de la Constitución. Por eso el costo de sus productos es tan bajo. Pero acá no, porque nosotros tenemos nuestra ley, que nos da acceso a la jubilación, al sistema de salud, al derecho a reclamar por nuestros salarios, a las paritarias… Todo esto desaparecería, porque si bien la reforma laboral no ataca directamente los convenios de trabajo, a posteriori se iría adaptando convenio por convenio. La muestra de esto es lo que pasó con la Unión Obrera Metalúrgica de Tierra del Fuego, donde se fue sobre el CCT de ese sector.
La intención de la reforma laboral es disolver el movimiento obrero organizado y empezar a trabajar de manera sectaria, debilitando la voz de los trabajadores. Las paritarias ya no serían nacionales sino por empresa, y todos sabemos que no es lo mismo discutir 30 trabajadores en una empresa que 30.000 trabajadores en un país… La relación de fuerzas es totalmente distinta. A eso es a lo que se apunta.
Por eso entendemos que hay que resistir la reforma laboral por todos los medios. El gobierno ha dado un paso atrás después de lo que pasó con la reforma previsional. No alcanzó, porque esa reforma se impuso igual. Y quizá muchos compañeros no comprenden que la reforma previsional también nos afecta a los trabajadores activos, porque lo que se puso en juego con la reforma previsional es nuestro futuro. Son todas parte de un paquete, que incluye la reforma laboral, la previsional y la tributaria; una arquitectura perversa cuyo objetivo es minimizar “costos”, y maximizar las ganancias y la recaudación del Estado.
LN: ¿La unidad contra la reforma laboral puede ser un punto de acuerdo y de convergencia en el movimiento sindical para generar condiciones favorables?
ML: Sí, totalmente. De hecho ya se viene viendo en las manifestaciones que hemos nombrado, tanto en la de diciembre como en las de este año, independientemente de las diferencias ideológicas que tengamos hoy en día. Es cierto que no nos une el amor sino el espanto, pero nos encontramos en la calle con otros compañeros de organizaciones con las que tenemos diferencias políticas y metodológicas, pero que hoy confluimos en resistir el avance sobre los derechos de los trabajadores.