Charla con Rolando Goldman, Sec. de Cultura del SADeM, a raíz de su reciente libro

“La cultura es un terreno de disputa”

 

Con motivo de la reciente publicación de su libro ¿Gestión cultural o política cultural? Aportes posibles hacia la construcción del trabajo en el terreno de la cultura (Ciccus, 2019), La Nota dialogó con el músico Rolando Goldman, quien además de su reconocida trayectoria en la difusión nacional e internacional de su instrumento −el charango− y de la música popular argentina, fue Director Nacional de Artes de la Secretaría de Cultura de la Nación (2004-2009) y es Secretario de Cultura de nuestro Sindicato Argentino de Músicos.

 

LN: Acabás de presentar tu nuevo libro. Seguramente hace muchos meses que venías trabajando en él, y ve la luz en los umbrales octubre de 2019: ¿la fecha en que se publica tiene algo que ver con la proximidad de la elección presidencial y el posible cambio de gobierno?

RG: Bueno, de elaboración deben ser más de cien meses… (Risas). Cuando dejamos el espacio que teníamos en la Secretaría de Cultura de la Nación, en julio de 2009, con varios compañeros nos planteamos que valía la pena hacer un registro de todo lo que se había hecho en el país; por un lado como registro en sí mismo, pero también para que quien quisiera pudiera tomar elementos para reproducirlo. A partir de ahí yo me puse a escribir algo, después lo dejé, etc. No es que haga 10 años que estoy escribiendo este libro, pero desde hace unos 4 años, cuando asumió el gobierno de Macri, escribirlo ya fue una necesidad, dado el destino que tuvieron los programas que habíamos puesto en práctica.

Según mis cálculos debía publicarse en un año; pero no es fácil escribir un libro, ni terminarlo. Y terminó saliendo ahora. Así que no, no tiene ninguna relación con lo electoral.

LN: Recordanos cuándo tuviste ese cargo en la Secretaría de Cultura de la Nación.

RG: Fui designado Director Nacional de Artes por Torcuato Di Tella el 1º de enero de 2004. Cuando lo echaron continué en el cargo −por recomendación del propio Torcuato− con José Nun todo el tiempo que él estuvo, hasta julio de 2009, cuando también él fue echado. O sea, cinco años y medio, durante los cuales pudimos plasmar y desarrollar bastante profundamente algunas ideas que teníamos.

LN: El título de tu libro pone en un plano de comparación las palabras “gestión” y “política” en relación a lo cultural. ¿Querés decir que lo cultural no es una cuestión administrativa sino una política, una visión integral del desarrollo cultural?

RG: Quizá sea una herencia que me quedó de Torcuato Di Tella… Tanto con él como con Nun aprendí muchísimo, además de haber tenido mucha libertad para trabajar y mucha empatía con los dos. Torcuato tenía un estilo bastante provocador, y digo “herencia” porque en este título está la idea de provocar al menos una discusión… 

En la política el lenguaje no es ingenuo, ni neutro; y en el terreno de la cultura mucho menos. En el libro hay planteos hechos desde lo teórico, y también me meto en el lenguaje. Creo que hablar de gestión o administración cultural plantea un enfoque supuestamente desideologizado, cuantitativo, empresarial, cosa que no es. Además supone que quienes deben trabajar en esta área son los que “saben”, subestimando la política. Por lo tanto, con el título planteo una advertencia sobre esto. 

En el plano del lenguaje a veces se plantean expresiones que adoptamos y terminan quedando instaladas y reproducimos sin darnos cuenta, como la “cultura universal” o la “música universal”, que en realidad jamás son “universales”, ya que en esas expresiones nunca se incluye por ejemplo a la música creada en África, ni en América, ni la música popular europea, ni la actual; está reducida a un período, en general el siglo XIX o anterior, de la música creada en Europa occidental…

 

LN: …para no hablar de las llamadas “industrias” culturales…

RG: Claro, ese es otro ejemplo. Algunos hasta causan gracia. Hace algunos años acá había llegado desde España el término de “curadores”. Primero eran los que colgaban los cuadros, pero después terminaron siendo más importantes que los artistas. Su tarea es valiosa, pero creo que el lenguaje esconce otras cosas. Hace unos años, en España y en Europa se dejó de hablar de curadores: ahora se habla de “comisario”, el comisario cultural que es el que vela por el cuidado de las obras. Ese término no llegó aquí por razones casi obvias, porque tendría otra connotación. Pero prueba que los términos nunca son ingenuos. Y en el libro se ven más ejemplos de eso.

LN: El tipo de proyectos que vos pusiste en práctica desde la Secretaría, y los que seguís impulsando ahora, ponen sobre el tapete el concepto −aparentemente básico y obvio− de cultura. ¿Qué entendés vos por cultura, el cual también es un terreno de disputa?

RG: Es absolutamente un terreno de disputa; la cultura y en particular las artes. Hay muchas definiciones, pero hay una que resume mi idea: la que concibe la cultura como una síntesis de las prácticas sociales. En todo, en la vida cotidiana, está la cultura. Incluidas desde ya las contradicciones que impregnan las prácticas sociales. 

Lo que pudimos plasmar en aquellos años parte de un momento que creo que fue una bisagra en nuestra historia: los hechos del 19 y 20 de diciembre de 2001. Esos hechos provocaron un retroceso de las clases dominantes, aunque luego se reagruparon y pudieron volver a avanzar en estos últimos años. No es casual que haya sido en ese momento cuando pudimos plasmar los programas de música en las fábricas, y teatro en las fábricas. En cambio en los ’90 −hoy parece absurdo− la misma Secretaría de Cultura impulsaba un programa de “Música en los countries”: los elencos artísticos estables de la SCN tocaban en Los Lagartos, un country de la zona de Pilar… Era aquéllo de “pizza con champán”, un producto de lo que pasaba en esos años en la sociedad. Fue la creatividad y la lucha del pueblo lo que generó experiencias como las de fábricas o empresas recuperadas por los trabajadores, donde desde el Estado −al menos desde una parte de él, y con todas sus contradicciones− se impulsaban actividades artísticas en esos establecimientos (fábricas o espacios de trabajo), reflejando un aval de la gente a los trabajadores; y para éstos no era lo mismo estar peleando solos contra el mundo que sentir ese apoyo…

LN: ¿Te referís a espectáculos llevados desde afuera a las fábricas, o a espectáculos hechos por los propios trabajadores?

RG: El objetivo que nos planteamos al crear esos programas era esto último. En una primera etapa llevamos conciertos y obras de teatro, para luego pasar a la segunda etapa; cosa que logramos con el teatro pero no con la música. Hicimos muchísimos conciertos, de música académica, de música popular, de artistas algunos conocidos y otros no, de elencos estables… Que el Ballet Folklórico Nacional, la Orquesta Juan de Dios Filiberto, la Orquesta Sinfónica Nacional, fueran a tocar a esos ámbitos, implicaba también un compromiso desde las estructuras del Estado, y también una intención de generar conciencia en los trabajadores artistas sobre aspectos claves: de dónde provienen sus propios salarios, a quién va dirigido su trabajo.

 

Ese proceso fue muy interesante, porque al inicio hubo cierta resistencia de algunos sectores. Pero el primer concierto que organizamos, que fue el de la Orquesta Sinfónica Nacional en la planta Renacer (ex-Aurora) de Ushuaia en 2004, fue impresionante, y eso provocó un quiebre en los mismos músicos; algunos de ellos veían esta idea con mucho entusiasmo, pero otros bastante menos… Vivir esa experiencia fue muy favorable para todos, para la gente de la fábrica, para la comunidad de Ushuaia, pero también para los músicos.

Al mismo tiempo mirábamos críticamente a algunas ex fábricas que se transformaban en centros culturales… Nosotros no pretendíamos eso, pero sí colaborar en la gestación de propuestas elaboradas por los propios trabajadores y sus familias. Eso lo logramos con una experiencia piloto de teatro en las afueras de la ciudad de Mendoza, que fue maravillosa. Allí convocamos a un referente muy importante del teatro popular, Ernesto “el Flaco” Suárez −un referente para todo el continente, no por casualidad prácticamente desconocido en Buenos Aires−, que trabaja con mucho dramatismo y a la vez con mucho humor (se tuvo que ir en el ’76 y recorrió varios países de América Latina −Perú, Ecuador− haciendo extraordinarias experiencias de teatro popular; y después relataba esa época bromeando: “me gané la beca Videla…”). Con él y otros compañeros, allá por el 2008, se hizo un trabajo en las afueras de la ciudad de Mendoza, primero de recopilación de la historia de una fábrica de ladrillos; con eso se hizo una obra de teatro que se puso en escena en la propia fábrica los domingos, donde los actores eran trabajadores, vecinos, estudiantes de teatro de la zona, con un guión elaborado por ellos y bajo la dirección del “Flaco” Suárez. Era conmovedor, todo el mundo terminaba llorando; tuvo un tremendo impacto. Esa experiencia está plasmada en el libro.

Nunca sostuvimos que las que llevábamos a la práctica eran ideas originales. Muchas veces uno toma ideas que están “flotando” en el ambiente. En realidad uno no sabe si no hay algún antecedente de las cosas que uno hace. Al programa de Orquestas Infantiles y Juveniles de Instrumentos Latinoamericanos, nosotros le pusimos el nombre de Andrés Chazarreta porque, además de ser un muy reconocido recopilador de la música popular, fue quien en la década del ’30 del siglo pasado creó la primera orquesta de arte nativo en Santiago del Estero. O sea que siempre hay algún antecedente si uno bucea un poco para rescatar esas cosas…

LN: Y finalmente, la perspectiva. ¿Tu libro sugiere alguna propuesta sobre qué política cultural desarrollar?

RG: Bueno, la propuesta de hecho está plasmada en la descripción de esos programas, incluso narrando las dificultades con las que nos encontramos. Se plantea una forma de trabajar, algunas ideas que pudieron plasmarse en realidades… Algunas de ellas aún subsisten, aunque desfinanciadas y en menor medida que lo que querríamos. Todo eso con una mirada muy volcada hacia lo social y hacia lo federal. 

Y sobre esto: una de las mayores trabas que hay en el área de Cultura de la Nación, más allá del bajo presupuesto que suele destinarse a esta área, es que la mayor parte de ese presupuesto se vuelca en la ciudad de Buenos Aires: acá es donde están la Biblioteca Nacional, el Teatro Nacional Cervantes, muchos museos nacionales; acá tienen su sede los elencos artísticos, y así sucesivamente. Nosotros planteamos que una parte importante debería volcarse a las provincias. Por eso hicimos pocas iniciativas en la ciudad de Buenos Aires. Pero también muchas veces sufrimos trabas burocráticas. 

Nosotros planteábamos la cultura mirada como proceso y no a través de “eventos”; con esa concepción se hicieron muchísimos recitales y conciertos en todo el país, y nosotros planteábamos que los músicos que participaban también fueran del interior; o sea que lo “federal” no fuera hacer un concierto en Formosa pero el músico viviera en Buenos Aires, sino músicos de la provincia. Eso generaba una erogación presupuestaria mayor por el traslado, problemas burocráticos en los contratos, etc., pero luchábamos contra eso. 

La misma situación se reproducía en las provincias, ya que las capitales provinciales están acostumbradas a generar esta misma relación respecto de los municipios… Es un engranaje muy difícil de destrabar.

 

LN: En medio de la tremenda crisis económica y social que padece el país, y especialmente desde el punto de vista presupuestario, ¿se pueden hacer cosas?

RG: En realidad, no se puede no hacer. El hacer es una obligación. Y, de hecho, siempre se hace… El compromiso, la creatividad de muchos animadores culturales, artistas, y del pueblo en general, hace que por un lado uno sienta que nuestra cultura popular no corre riesgo −a diferencia de lo que quizá suceda en los países llamados “centrales”−, ya que una cosa es lo que aparece en la TV y otra lo que sucede en la vida real. La música de raíz folklórica tiene larga vida. No veo riesgo en eso, salvo quizá las cosas −algunas de mucho valor y otras no tanto− que vienen con esta verdadera inundación de cosas que llegan de afuera. Yo creo que no se debe rechazar porque sí lo que venga de afuera, sino tener una mirada crítica sobre eso y tomar lo que valga la pena.

El legado de la lucha de Pinamar “Un hito en el camino de despenalizar el arte callejero en todo el país”

Alejandro Cabrera Britos (FAAO, Frente de Artistas Ambulantes Organizados)

“Un hito en el camino de despenalizar el arte callejero en todo el país”

 

El haber obtenido la Ordenanza en Pinamar sienta un precedente impresionante. Nuestra responsabilidad ahora es hacerla replicar en municipios y en toda la provincia, y lograr que esto se pueda articular con el proyecto que presentó el diputado Miguel Funes a nivel provincial, justamente para despenalizar el arte callejero en el espacio público a nivel municipal, provincial e incluso nacional.

Nosotros celebramos la aprobación por “insistencia” de esta Ordenanza en Pinamar, que es un lugar crítico, y que a partir de esta aprobación logremos avanzar en que a nivel nacional se despenalice la actividad artística en el espacio público. Y sienta un precedente muy importante también para darle el aval pertinente al proyecto presentado en la provincia de Buenos Aires.

– Qué opinás de las acciones que emprendieron los artistas de Pinamar para obtener este logro?

Fue una acción colectiva: tenemos que comprender la importancia del trabajo colectivo, donde estuvo el SadeM e intervinieron concejales, sectores sociales, políticos y culturales, que articularon la obtención de esta Ordenanza para despenalizar una actividad que en realidad es un derecho, tanto para el transeúnte que le toca la parte de espectador como para los propios artistas que tienen en esto su medio de vida.

– Qué papel tuvo la presencia sindical a través del SadeM?

Hay que destacar la presencia y el acompañamiento sindical del SadeM, que dio la fuerza necesaria para lograr una segunda instancia (después del veto del intendente Yeza) en la que se obtuvo la aprobaciòn, y también la fuerza necesaria para llevar la iniciativa al nivel provincial.

 

PH: Roberto Bernard

EN PINAMAR,  LA MÚSICA NO ES DELITO, ES TRABAJO!

El Concejo Deliberante de Pinamar hizo norma la protección al artista callejero.

Desde hace varias semanas venimos trabajando con el bloque de Unidad Ciudadana de Pinamar el proyecto de ordenanza que protege a los artistas y declara al arte callejero Patrimonio Cultural del Municipio. La Secretaría de Organización del SAdeM, como parte del plan de acción asumido por la conducción del Sindicato impulsó el proyecto que se convirtió en la primera norma que establece que la música no podrá considerarse ruido molesto; histórico reclamo de nuestro gremio!

La criminalización de la música y el arte callejero en general llegó a Pinamar de la mano de fuerzas especiales de seguridad que reprimieron con gases y golpes a los raperos que se juntan todos los domingos desde hace años en las plazas de la ciudad. Desde el SAdeM venimos batallando  contra la reforma al Código Contravencional propuesto por el gobierno de Rodríguez Larreta en CABA, que agrava y le da un marco legal a la persecución que venimos sufriendo los músicos en la calle. Es decir aumenta las sanciones vigentes para la contravención de “ruidos molestos” estableciendo penas de hasta 5 años de prisión para los trabajadores de la música y le devuelve a la policía la facultad de “coacción directa”, o sea que la policía podría, si se aprueba esta reforma,  sin autorización judicial y a partir de una simple denuncia anónima, detener al músico y secuestrar sus instrumentos. Hoy es una práctica habitual del macrismo que se va profundizando en todo el país y que pone de manifiesto la necesidad de despenalizar la música a través de una ley específica que la reglamente, la fomente y la difunda. No se trata de que la música “quede impune” respecto de los códigos de convivencia respetando horarios de descanso y demás, sino de que se contemple su especificidad. En este sentido y ante la represión desatada contra los raperos en Pinamar esta Secretaría presentó el proyecto de ordenanza que regula la actividad y le otorga protección al artista, a su obra y a sus instrumentos de trabajo dentro del municipio.

La ordenanza presentada de la mano del Presidente del Bloque de Unidad Ciudadana, Concejal Gregorio Estanga,  ingresó al Concejo a través de la Comisión de Seguridad, todo un símbolo para sintetizar las políticas de este gobierno, y cuenta con tres puntos fundamentales. En primer lugar declara al arte callejero Patrimonio Cultural, con lo cual no solo lo pone en valor, sino que además le otorga una protección especial. Esto incluye a los trabajadores de la música y de cada disciplina artística. El segundo punto, es la prohibición de confiscar, secuestrar o retener los instrumentos de trabajo de los artistas en el marco del desarrollo de la actividad, poniendo freno dentro del territorio municipal a la política represiva y confiscatoria que se desató contra la cultura.  Por último, y más que fundamental,  para los músicos medular, se establece en su articulado un rotundo “Bajo ningún concepto la música será considerada ruido molesto”. La calificación de “ruido molesto” pone directamente en la mira al músico callejero, pero también a los pubs y restaurantes donde trabajamos, sin establecer ningún requisito para exceptuar a la música de esa calificación, impactando directamente sobre nuestras fuentes de trabajo.

Estos dos últimos  fueron los puntos más cuestionados por el Bloque Oficialista Cambiemos que proponían que el texto volviera a comisión, con el claro objetivo de no tratar el proyecto. Esta moción no fue acompañada por el resto de los concejales y a propuesta de Unidad Ciudadana nos abrieron el micrófono para exponer la realidad de los artistas del municipio. Allí planteamos la necesidad de regular una actividad que viene siendo fuertemente castigada,  no solo por las políticas de ajuste feroz que aniquiló el mercado interno impactando de manera directa en las fuentes de trabajo, sino también por la determinación de este gobierno de acabar con la cultura, persiguiendo y  reprimiendo a los artistas. En el cuarto intermedio trabajamos con los concejales de Cambiemos algunas modificaciones al texto, que finalmente lograron el voto unánime del cuerpo.

La Secretaría de Organización del SAdeM, como parte del plan de acción asumido por la conducción del Sindicato impulsó el proyecto que se fue nutriendo en las comisiones hasta transformarse en una norma, para los músicos estratégica teniendo en cuenta la coyuntura. La ordenanza de Arte Callejero de Pinamar se convirtió en la primera norma que establece que la música no podrá considerarse ruido molesto; histórico reclamo de nuestro gremio!

Ahora viene el tiempo de la reglamentación. Hay dos artículos para reglamentar, los mecanismos de inscripción en el Registro de Artistas Callejeros que la misma ley crea, y el diseño del Circuito de Arte Callejero. De no reglamentarse, igualmente es aplicable, no solo por estar vigente si se promulga, sino que además porque expresamente dice que ninguna de estas cuestiones impide el desarrollo de la actividad. La verdad es que no esperamos la reglamentación, y si consideramos el trato a la cultura por parte del modelo Cambiemos, diría que lo más probable es que sea vetada. El ejecutivo municipal lo hizo una vez con la Ordenanza de Centros Culturales con la que también colaboramos. Por otra parte el artículo que establece la creación de un Circuito de Arte Callejero determina que el ejecutivo debe diseñarlo juntamente con el Consejo de Políticas Culturales  también creado por una ordenanza   que sigue esperando la reglamentación.  Lo destacable es que si el intendente Martín Yeza no la veta y se promulga, con o sin reglamentación, en la próxima temporada habrá artistas callejeros en Pinamar trabajando sin el temor de ser detenidos o confiscados.

La lucha continúa. Esta semana mantendremos reuniones con el bloque de Unidad Ciudadana de la legislatura bonaerense que pretende impulsar un proyecto de ley provincial similar a la ordenanza aprobada en Pinamar. Para los artistas en general y los  músicos en particular,  esta es una conquista  importantísima que intentaremos replicar en cada rincón del país.

María Laura Vigliecca, Secretaria de Organización del SAdeM.

 

LA MÚSICA ES TRABAJO, NO ES DELITO!!! PROYECTO PINAMAR

PINAMAR. PROYECTO DE ORDENANZA SOBRE ARTISTAS CALLEJEROS

María Laura Vigliecca-Secretaría de Organización del SAdeM

Un signo de los tiempos: la represión oficial forzó que el proyecto tuviera que ser propuesto y discutido en la Comisión de Seguridad y Protección Ciudadana y no en la de Cultura…

Cada día queda más claro que al gobierno nacional, y a muchos gobiernos provinciales y municipales, no les caen bien las expresiones artísticas, esas que a diario se ven en calles y lugares públicos en general y que son verdaderos canales de cultura popular. Lo de esos gobiernos es más que un desagrado frente a esas expresiones: las persiguen, las reprimen. Quieren “disciplinarlas”. Las temen. Temen que se conviertan en una forma de expresión fuera de su control, en una vía por la que asome el profundo desencanto e indignación que la actual realidad económica, política y social va acumulando en la sociedad.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el gobierno de Rodríguez Larreta presentó un proyecto de reforma al Código Contravencional que intenta legalizar la represión que vienen sufriendo hace años los artistas callejeros de esa Ciudad, catalogando la música como “ruido molesto”, criminalizando la actividad e imponiendo la  confiscación de instrumentos, multas y hasta cárcel para los artistas. A los de Pinamar el desprecio oficial ya les cayó con fuerzas de “seguridad” y gas pimienta para “disolver” una peligrosa competencia de rap en la plaza de la vieja estación.

Pero van despuntando reacciones saludables. En Buenos Aires las marchas y concentraciones de junio y julio en el microcentro frente a la sede de la legislatura porteña, acompañada por movilizaciones en todo el país, lograron que se discuta una nueva normativa. En Pinamar el rechazo a la política represiva sobre los artistas, tomó la forma de un proyecto de ordenanza que protege el arte callejero. Un signo de los tiempos: la propia represión oficial forzó que tuviera que ser propuesto y discutido en la Comisión de Seguridad y Protección Ciudadana y no en la de Cultura.

El proyecto de ordenanza, presentado por el bloque Unidad Ciudadana, tiene tres ejes fundamentales, la declaración del arte callejero como Patrimonio Cultural Municipal, la prohibición de incautar los instrumentos de trabajo de los artistas, y la negativa a considerar la música como ruido molesto.-

Literalmente el proyecto tiene como fin “proteger, propiciar y fomentar la actividad artística en la vía pública, teniendo en cuenta que la cultura de un pueblo se constituye como recurso intangible e indispensable en la conformación de la identidad de cada comunidad”. Y en consecuencia deja sentado que “el estado es responsable del diseño de políticas culturales que fomenten la creación artística en todas sus formas y proteja tanto los espacios donde se desarrollan como a sus actores”. El proyecto de ordenanza califica al arte callejero como “expresión primaria y libre de la cultura de nuestra comunidad”, y considera que “el estado debe proteger al artista y garantizar la integridad de sus instrumentos de trabajo”.

Seguiremos discutiendo la propuesta en Comisión la semana próxima, acompañando desde el SAdeM esta iniciativa que visibiliza una problemática que se profundiza y que atenta directamente contra la libertad de expresión y la cultura.-

LA MÚSICA ES TRABAJO, NO ES DELITO!!!!!

Desde Tucuman y Tierra del Fuego – ¡Es indispensable darle un marco normativo a la actividad de los músicos!  

¡Es indispensable darle un marco normativo a la actividad de los músicos!

Como parte del trabajo de nacionalización del sindicato que venimos construyendo, próximamente se va a presentar en la provincia de Tucumán el proyecto de ley provincial que establece un régimen de trabajo para los ejecutantes musicales tucumanos. La Nota habló con Julián Morel, Secretario General de la Seccional Tucumán del SAdeM, para que nos cuente en qué etapa estamos en este sentido, y con Marcelo Mansilla, Secretario General de la Seccional Tierra del Fuego, provincia donde la ley 800 ya está absolutamente vigente y dando frutos en materia de derechos.

Julián Morel, Secretario Gral. SAdeM-Tucumán

“Vamos por un régimen laboral para los músicos tucumanos”

La Nota: ¿Cómo es la situación de los músicos en Tucumán? Ustedes están trabajando en un proyecto sobre el régimen laboral de los trabajadores músicos en la provincia…

J.M.: La realidad de los músicos en Tucumán no es diferente de la que viven los músicos en casi todo el país. Aquí no nos asiste ningún derecho como trabajadores. Hay una carencia absoluta de normativa que nos garantice las fuentes de trabajo y el ejercicio digno de nuestra profesión. En ese contexto estamos trabajando con la Secretaría de Organización nacional un proyecto de ley que esperamos vendrá a regular la actividad y a garantizarnos la inclusión en todos los beneficios de la seguridad social y el derecho del trabajo.

La Nota: ¿Cómo se viene trabajando el proyecto?

J.M.: Por ahora venimos discutiendo con los diferentes sectores de la profesión las distintas problemáticas y necesidades, para que esta ley venga a garantizar derechos y a establecer mecanismos de contratación para todos los trabajadores de la música en Tucumán, tanto del ámbito público como privado, eventuales o permanentes. En este sentido estamos organizando asambleas y reuniones en toda la provincia en las que participan compañeros de diferentes géneros, como las que se van a realizar en los valles en la última semana de julio, y una vez concluidas las actividades de Tafí, Amaicha, etc. estaremos presentando ya el proyecto definitivo en la Legislatura.

LN: ¿Qué perspectivas tienen de que el proyecto sea recibido y tratado en la Legislatura tucumana?

J.M.: En principio tenemos muchas expectativas de que sea recibido y tratado. Ya hemos mantenido algunas reuniones con los asesores de la presidenta de la Comisión de Cultura de la Legislatura, Silvia Rojkes, quien se ha mostrado con predisposición para acompañar el proyecto y discutirlo en Comisión. Nos parece estratégico que el estado finalmente mire a los artistas, reconozca la problemática, y se dé la discusión para empezar a resolverla. Un marco regulatorio para la actividad es indispensable, sobre todo en tiempos en que además de la precarización en la que trabajamos se suma el achicamiento del mercado interno, y por tanto el cierre de fuentes de trabajo.

LN: ¿Cuáles son las iniciativas del SAdeM para acompañar la presentación?

J.M.: Estamos juntando firmas de adhesión, haciendo actividades en la calle en las que los compañeros salen a tocar y a explicar la necesidad del sector, haciendo reuniones y asambleas. El 10 de julio movilizamos contra la reforma al código contravencional en Bs. As. junto a los artistas callejeros, y realizamos una volanteada con algunos puntos de la ley que nos parecen estratégicos bajo la consigna ¡Los músicos somos trabajadores! Y en esta oportunidad le agregamos la que la coyuntura nos marca con el avance del carácter represivo de la reforma de Rodríguez Larreta en CABA… ¡La música es trabajo! ¡No es delito!

* * *

Marcelo Mansilla, Secretario Gral. del SAdeM-Tierra del Fuego

Dos herramientas clave en el mejoramiento de nuestras condiciones de trabajo “La Ley del Músico y el Sindicato”

La Nota: ¿Qué cambios hay en el ejercicio de la profesión para los músicos fueguinos desde que se aprobó en la provincia la Ley del Músico?

M.M.: Los músicos de Tierra del Fuego vivimos una realidad muy distinta a los compañeros del resto del país. Mientras en otras provincias los músicos tienen que pagar para tocar, acá logramos imponer la lógica contraria.
Conviene hacer un poco de historia. En el 2009, cuando se decide crear la filial del SAdeM en Tierra del Fuego, nos organizamos porque existía un vacío legal. La legislación no nos contenía como trabajadores músicos: lo que regía era el “tenés que pagar”, o “tenés que trabajar gratis para promocionar tu trabajo”, etc. Y a los poquitos meses de haberse creado la filial, los compañeros que entonces lideraban este trabajo, junto con los de la dirección nacional del SAdeM, presentaron el proyecto en la Legislatura de Tierra del Fuego, que terminaría siendo la ley provincial 800.
Ese proyecto buscaba cubrir ese vacío legal, donde no se nos reconocía como trabajadores. La ley implica darnos el status de trabajador, con todo lo que eso implica, como tienen todas las demás ramas de trabajadores, con sus Convenios Colectivos de Trabajo, etc., y la posibilidad de ir a pelear algunas cosas con el Ministerio de Trabajo.

LN: ¿Y cómo lo lograron? ¿Hubo acuerdos con sectores políticos…?

M.M.: No fue fácil… En ese momento justo había un cambio de gobierno, la gobernadora era Fabiana Ríos, y hubo algún espacio para que los legisladores nos pudieran escuchar. Y votaron la ley.

LN: ¿Cuáles fueron los cambios a partir de la ley en la relación con los empleadores?

M.M.: Bueno, tenemos dos sectores. Por un lado estamos los músicos que tenemos relación de dependencia con el Estado: acá en Tierra del Fuego tenemos dos bandas que dependen de los municipios de Ushuaia y Río Grande respectivamente. Nosotros hasta ese momento no estábamos reconocidos como músicos, sino que éramos trabajadores municipales. Por lo tanto, una de las primeras cosas que empezamos a trabajar fue el reconocimiento como músicos, la especificidad de nuestro trabajo: dejar de tener el status de trabajadores administrativos para ser reconocidos como trabajadores músicos.
En ese tiempo, en Ushuaia se estaba discutiendo el Convenio Colectivo de Trabajo, y los compañeros de allí pudieron ingresar a las paritarias del Estado y discutir el convenio sectorial. Te imaginás la importancia que tuvo conseguir una herramienta como ésta. Y había un trabajo sindical que lo respaldaba. En Ushuaia el SAdeM discute las paritarias, somos parte en las discusiones salariales, e integramos la Copar, que es una comisión paritaria permanente de revisión de los CCT, donde todos los compañeros municipales son parte.
Acá en Río Grande la situación de los compañeros que tenemos relación de dependencia con el Estado es otra. Todavía no se está discutiendo el CCT, pero estamos a la espera de que se abran las paritarias y nos reconozcan como músicos.
Por otro lado está el sector privado, donde tenemos la posibilidad, gracias a la ley 800, de articular un montón de mecanismos para que, trabajando en conjunto con el Ministerio de Trabajo, se reconozcan algunos derechos a los trabajadores. Hay mucho trabajo por hacer.
Somos conscientes de que no a todos los músicos en Tierra del Fuego les gusta esto de organizarse en un sindicato para conseguir algunos derechos. Pero nosotros vemos al sindicato como una herramienta de transformación, y el compromiso que hemos asumido con los compañeros es trabajar por abajo, reorganizarnos en esta etapa en la que estamos tan complicados, para poder seguir sosteniendo estos derechos, y avanzar hacia otros.
Afortunadamente acá los dueños de los locales, pubs, etc. reconocen el trabajo, se están respetando los acuerdos. Siempre hay un pillo que quiere desconocerlos, pero bueno, la idea es trabajar juntos. Más allá de que el sindicato es una herramienta de los trabajadores músicos, nosotros queremos que los empresarios de la provincia lo vean como una institución que además pelea para garantizar las fuentes de trabajo para nosotros los músicos.
En Ushuaia también hemos metido un golazo gigante, que fue la apertura de la caja de salarios. Porque antes dependíamos de algunos contratos, o de tratos de palabra, y había demasiados intermediarios. Hoy, afortunadamente, el Sindicato logró que allá se firmen los contratos, el Sindicato cobra los montos y es el que garantiza el cobro de los compañeros músicos. Es un trabajo brillante que se está iniciando, articulando directamente la estructura del Nacional con los delegados de la Seccional, y el aporte que significó la asistencia de inspectores para capacitación en la provincia. Lo han hecho los compañeros de Ushuaia, y por supuesto pensamos implementarlo también en Río Grande.
Para lograrlo contamos con una ley, con la que de a poquito vamos avanzando en algunas cuestiones. Pero no podemos hacerla cumplir en su totalidad si no convencemos a nuestros compañeros músicos de la necesidad de estar organizados. Somos conscientes de que acá vivimos una realidad distinta a la de otros músicos en la Argentina, y más en estos momentos del país en que estamos teniendo una situación sumamente complicada, porque los que trabajamos en boliches etc. vivimos de esto y dependemos del gasto que haga el cliente, y con el achicamiento del mercado interno lo primero que se resiente son las actividades de recreación de la gente.

 

 

¡LA MÚSICA ES TRABAJO, NO ES DELITO!

¡NOS MOVILIZAMOS CONTRA EL PROYECTO DE MODIFICACIÓN DEL CÓDIGO CONTRAVENCIONAL!

#LaMúsicaEsTrabajoNoEsDelito #SADeM

FUE EL MARTES 10 DE JULIO DESDE LAS 15 HS

Luego de una semana muy activa contra el proyecto de modificación del Código Contravencional en los despachos de funcionarios que tienen la responsabilidad de la aprobación del proyecto, AHORA LA CALLE!

¡LA MÚSICA ES TRABAJO, NO ES DELITO!

Empezamos en la Legislatura con Carlos Tomada y su equipo de colaboradores de la Comisión de Justicia y de otros legisladores del Bloque de Unidad Ciudadana. Por lo grave de la propuesta, que le da a un policía la oportunidad de detener a un ciudadano con sólo decir que recibió una denuncia anónima, nos explicaron que el bloque de UC se opondrá a todo el proyecto. Nos propusimos trabajar en conjunto con el Legislador en encontrar la normativa adecuada para descriminalizar a la música.
Junto a otras organizaciones que representan artistas y espacios culturales nos reunimos con el ministro de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogadro, donde le planteamos la peligrosidad del proyecto de ley para los músicos y los lugares de trabajo. Coincidió con nuestra preocupación y prometió intervenir en la redacción de la norma para que no castigue a la cultura.
Nos reunimos con el Legislador del PRO, Guillermo Gonzalez Heredia y el Presidente de la Comisión de Justicia de la Legislatura, el Legislador Daniel Presti, que nos dijo que el proyecto no tiene el espíritu de perjudicar a los músicos ni a los espacios de trabajo, práctica o estudio. Se comprometió a trabajar en conjunto sobre el proyecto para que no perjudique a la actividad de ningún músico.
Llevamos nuestro rechazo a la criminalización de la música del proyecto de modificación del Convenio Contravencional ante los Legisladores María Andrea Conde, Mariano Recalde y Javier Andrade de Unidad Ciudadana, Gabriel Solano del Frente de Izquierda y de los Trabajadores y Fernando Vilardo, Autodeterminación y Libertad, que escucharon nuestro reclamo y prometieron su apoyo.

También nos reunimos con el Legislador del Bloque del Frente Izquierda y de los Trabajadores (FIT), Patricio del Corro, para llevarle nuestro rechazo al Proyecto de modificación del Código Contravencional. Coincidimos en lo peligroso del proyecto para la actividad musical toda y en la criminalización de los músicos. Nos dió su apoyo para cuando el proyecto se trate en la sala y ofreció el acceso a los medios de su sector, como por ejemplo La Izquierda Diario, para difundir nuestro rechazo y nuestras acciones. Seguiremos en contacto para que este proyecto no afecte a los músicos.
Terminamos la semana reuniéndonos con el Subsecretario de Justicia, del Ministerio de Justicia y Seguridad, Hernán Najenson y el Asesor del Ministro, Pablo Alvarez Palma, funcionarios del ministerio desde donde se escribió el proyecto de modificación del código contravencional. Nos ratificaron que el proyecto no tiene como objetivo perjudicar a la música y a los músicos, ni a los artistas callejeros. Nos informó que aceptarán cualquier modificación que desde la legislatura o el ministerio de cultura se soliciten para que el proyecto no perjudique a la cultura. No sólo hablamos del proyecto, hablamos también de como el código contravencional criminaliza la música y a los músicos, y la actitud de la policía ante los compañeros que trabajan como artistas callejeros, les mostramos algunos de los videos de represión policial que circulan por las redes sociales, nos solicitó que se hicieran las denuncias correspondientes ante la fiscalía para poder tomar las medidas correspondientes.
Hace trece años que venimos luchando contra la criminalización de la música, desde CROMAÑON, NUNCA DEJAMOS DE LUCHAR, más allá de las explosiones combativas del sector cuando pasó alguna tragedia, alguna clausura, alguna represión a músicos, todo el tiempo insistimos es despenalizar la música en todos los códigos de la Ciudad.
Esta es una oportunidad de poner sobre la mesa nuestro reclamo y que para siempre la actividad profesional del músico, en la calle, su casa o en los lugares de trabajo, esté reconocida como un tesoro cultural, como un trabajo, no como un delito.

SINDICATO ARGENTINO DE MÚSICOS